jueves, 7 de enero de 2021

NATURALEZA Y CULTURA

    Ya hemos visto la dimensión natural del hombre. Pero conocernos únicamente desde un punto de vista biológico  es conocernos muy poco, porque también y, sobre todo, somos fruto de nuestra cultura. Aunque normalmente entendemos por cultura ciertos conocimientos más o menos especializados y decimos que una persona es culta cuando sabe de música, arte o varios idiomas, su significado es mucho más amplio. Podemos definir la cultura como el conjunto de información, tradiciones, técnicas, normas y formas de vida aprendidos socialmente. Visto así, la cultura abarca casi todos los campos de nuestra vida y afecta a casi todo nuestro comportamiento. Veámoslo a través de un ejercicio.
 
Ejercicio: Cita cinco comportamientos que creas aprendidos socialmente y cinco innatos.

    Junto a estos comportamientos adquiridos, el ser humano posee otros que podríamos llamar innatos. Son los instintos. Estos pueden ser definidos como pautas de comportamiento fijas propias de cada especie, que no suelen variar a lo largo de la vida ni de individuo a individuo dentro de la misma especie. Dicho con otras palabras, visto cómo caza una leona, podemos saber cómo cazan las restantes. Pues bien, si has hecho el ejercicio, te habrás dado cuenta de que era más fácil encontrar comportamientos adquiridos que instintos en el ser humano. Sin embargo, esto no significa que el ser humano no tenga instintos o que la cultura sea algo exclusivamente humano. Lo que sucede es que en el ser humano los instintos están mezclados con elementos culturales y tampoco nos determinan con la misma fuerza que a otros mamíferos. Pongamos un ejemplo, tanto nosotros como los leones tenemos un instinto de supervivencia que nos lleva a alimentarnos. La diferencia es que nosotros, además, podemos preguntarnos con qué satisfacer nuestro apetito, cuál es el modo más ético y hacernos o no vegetarianos, podemos primar criterios estéticos y pasar siempre hambre para caber en una talla 36 e, incluso, hacer una huelga y dejar de comer hasta lograr otros objetivos que consideremos más importantes que nuestra propia vida. 
¿Os imagináis a este ser haciendo régimen?


    Pero, como decíamos, tampoco la cultura es exclusiva del ser humano. Hasta hace relativamente poco, el resto de los animales eran vistos como máquinas animadas de forma análoga al mecanismo de un reloj. Es decir, venían programados por sus instintos y ante las mismas causas reaccionaban con los mismos efectos. Hoy sabemos que esto no es así. Muchos de ellos, incluso los que no son primates, son capaces de trasmitir comportamientos socialmente.  Por ejemplo, los chimpancés aprenden el uso de diversas herramientas mediante la observación de otros chimpancés, las orcas tienen una alta capacidad para imitar que aplican en sus técnicas de caza, algunos pájaros aprenden sus cantos por imitación, etc. Sin embargo, existe una gran diferencia. La transmisión cultural del resto de los animales se realiza mediante imitación. Los humanos también aprendemos de esta forma; pero, además, usamos el lenguaje como vehículo de transmisión cultural. Gracias a él podemos transmitir información sobre objetos que no están presentes, expresar razonamientos abstractos y, no solo eso, almacenar la información de manera casi ilimitada, con lo que tampoco es necesario que el emisor y el receptor del mensaje estén presentes a la vez en el acto comunicativo. Yo, sin ir más lejos, preparo estos apuntes para que mis alumnos los lean cuando consideren oportuno (espero que no muy tarde).
    
ACTIVIDAD:

Lee el siguiente texto y contesta a las preguntas que se formulan:

 "¿Somos esclavos de nuestros genes o nacemos con la mente en blanco, cual tabula rasa, según expresión clásica? ¿Tenemos siquiera una naturaleza los seres humanos o somos solo cultura, es decir, un producto de la Historia?
En España, según las estadísticas oficiales, las mujeres cometen un número de delitos mucho menor que los hombres -y, además, se trata por lo general de infracciones más leves-. De ghecho, el 92'6 por ciento de los presos en cárceles españolas en 2018 eran hombres. ¿Quiere eso decir que las diferencias genéticas entre sexos son responsables de buena parte del comportamiento criminal? ¿O se trata solo de una cuestión de género, es decir, de los diferentes papeles que nuestra sociedad occidental asigna a hombres y mujeres?
La respuesta de ensayistas muy actuales, como Yuval Noah Harari en 2015 (Homo Deus. Breve historia del mañana) es que, al igual que hemos heredado el gusto por lo dulce de la época en la que comíamos los frutos azucarados que produce la naturaleza, la pasión de los jóvenes varones por conducir peligrosamente, pelearse entre sí y hackear sitios de internet confidenciales nos viene de hace 70.000 años: "Un joven cazador que arriesga su vida en la caza del mamut supera a todos sus competidores gana la mano de la belleza local; y nosotros estamos ahora atascados en esos genes de macho". O sea, que la idea de determinismo genético (hasta un cierto grado) de la conducta humana no está ni mucho menos muerta, a pesar de las críticas recibidas."
            
                (Juan Luis Arsuaga. Vida, la gran historia)

1. ¿Quué problema plantea este texto respecto a la conducta humana?
2. ¿Te satisface la explicación genética para dar cuenta de los distintos índices de delincuencia entre hombres y mujeres? ¿Por qué?
3. ¿Qué opinas del determinismo genético? ¿Qué objeciones podría hacérsele? ¿En qué casos crees que ofrece una explicación valida? 



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario