Ya hemos visto que para el ser humano es imposible no ser sujetos morales pues para vivir es imprescindible actuar y tomar decisiones. Nos guiamos por tanto (o deberíamos hacerlo) por una serie de normas morales que orientan nuestra elección. Pero, ¿de dónde salen esas normas? ¿por qué tenemos esas y no otras?
Las normas morales se inspiran en nuestros valores morales. Pero ¿qué es un valor moral? Los valores son cualidades que apreciamos especialmente. Hay muchos tipos de valores y no tienen por qué ser morales. Por ejemplo, hay valores económicos, como la rentabilidad. Si yo aprecio la rentabilidad, a la hora de realizar acciones económicas, elegiré aquellas que sean más rentables. Sin embargo, podría tener otros valores económicos y entonces las normas que seguiría a la hora de actuar serían distintas. Igual pasa en los deportes. Si tengo como valor la competitividad, una de mis normas será intentar ser mejor que mis adversarios. Si lo que yo aprecio en el deporte, esto es, si mi valor es la salud, al practicar deporte lo haré guiado por otras normas. Pues bien, un valor moral es una cualidad que apreciamos desde un punto de vista moral, es decir porque los consideramos buenos y moralmente deseables. En ellos se basan nuestras normas morales. Debemos recordar que los valores morales son cualidades, no remiten a nada físico, no son como patatas o montañas que surgen en la naturaleza. Para que existan tenemos que llevarlos a la práctica. Dicho con otras palabras, por mucho que apreciemos la justicia, esta no existirá a menos que realicemos actos justos. Si valoramos la empatía, necesitamos ponernos en el lugar del otro para que esta exista. Los valores morales son cualidades que apreciamos desde el punto de vista de su bondad y que, por no tener una presencia material, solo existen a través de nuestros actos concretos.
Obviamente se pueden tener varios valores. De hecho se pueden tener muchos. Un deportista puede ser competitivo y al mismo tiempo valorar los beneficios positivos que tiene el deporte para la salud. Sin embargo, también puede ocurrir que esos valores entren en contradicción. Volvemos al ejemplo del deportista. Imaginemos a una persona que hace halterofilia.
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Lo mismo pasa en el terreno de la moral. A veces nuestros valores morales chocan entre sí porque es imposible actuar conforme a los dos en una determinada situación. Es decir, hay momentos en que seguir un determinado valor implica hacer lo contrario a lo que me pide otro. En tal caso estamos ante un dilema moral, una situación que nos abre distintas opciones para actuar incompatibles entre sí. Pensemos, por ejemplo, en un soldado cristiano. Como soldado aprecia la defensa de la patria y de sus conciudadanos; pero, como cristiano, condena el uso de la violencia. ¿Qué debería hacer en caso de guerra? ¿Cumplir las órdenes y atacar a un pueblo enemigo o practicar el perdón tal como proclama el cristianismo? Decida lo que decida, tendrá que elegir y para ello deberá jerarquizar sus valores. Es decir, establecer cuáles son los más importantes para él y actuar en consecuencia. De eso trata la coherencia moral que, como vemos, resulta a veces de las más difíciles de llevar a la práctica y por si aún no lo tenéis claro vamos a hacer un pequeño ejerciicio.
ACTIVIDAD
Señala tres valores morales que tengas y asocia a cada valor tres normas que deberías aplicar en tu vida cotidiana. procura que estas noormas sean lo más específicas y concretas posibles