A lo largo de la historia se han planteado muchos proyectos éticos que podemos clasificar atendiendo a distintos criterios; pero aquí nos vamos a centrar en la clasificación que diferencia entre éticas materiales y formales.
Las éticas materiales se llaman así porque nos dan un contenido. Me explico. Igual que en el colegio la materia de la prueba es el contenido del que te examinas, una ética material no se llama así porque aprecie el dinero o los bienes materiales de esta vida (eso sería un ética materialista y no hay que confundir los términos). Una ética es material porque nos da un contenido ¿Cuál? Pues en primer lugar define lo que es el bien. El bien puede ser la unión con Dios, la felicidad, la sabiduría, los placeres...Y, en segundo lugar establecen las acciones que deben realizarse y que lógicamente serán todas aquellas que me acercan a lo que previamente se ha definido como bueno. las que me alejan de ello, por el contrario, serán acciones que deberán ser evitadas.
Dicho así, lo lógico es pensar que todas las éticas son materiales; pero no. Aunque menos frecuentes, también hay éticas formales. A diferencia de las anteriores, estas no tienen contenido. Es decir, no nos señalan un bien concreto y, por tanto, no nos dicen qué actos concretos debemos realizar para actuar bien. Entonces, ¿qué nos dicen? Pues la forma que tiene que tener un acto para que sea moralmente valioso.
Para entender mejor esto voy a poner un examen un poco tosco; pero que creo que puede servir. Es probable que en casa vuestros padres os pidan que colaboréis con las tareas domésticas.
Por ejemplo, os pueden decir: si quieres salir el fin de semana, tienes que barrer tu cuarto, fregar los platos y hacer la cama. Bueno, la situación sería más o menos fácil porque tenéis claro el bien al que aspiráis. Su contenido es muy concretoy consiste en salir el fin de semana. Pero también están claras las acciones que te conducen a ese bien, que serían cumplir las tareas domésticas que tus padres te han asignado.
Sin embargo, pudiera ser que vuestros padres no os pidieran eso, sino que os dijeran algo menos concreto: queremos que tengas en cuenta que no vives solo y que hagas las cosas de buena gana. Uy, en tal caso no se valora si barres o friegas, sino tu modo de actuar y el principio que ha de inspirar tus actos: tener en cuenta a los demás. Esto se parecería más a una ética formal, pues no sabemos las acciones que tenemos que realizar sino el modo. "Haz las cosas de buena gana" Pero nadie nos dice qué cosas porque lo importante no es el qué sino cómo lo hacemos.
A lo largo de la historia han habido más éticas materiales que formales. Vamos empezar con algunas de ellas.
ÉTICAS MATERIALES
El Eudemonismo aristotélico
A diferencia de Platón, que despreciaba el conocimiento proporcionado por los sentidos, Aristóteles fue un filósofo bastante práctico que defendía que el conocimiento comienza por los sentidos, así que inició su investigación ética preguntándose cuál era el bien más apreciado por los hombres y concluyó, en efecto, que este era la felicidad. Un bien que no se quiere como medio para llegar a otro (como, por ejemplo, el dinero, que lo queremos como medio para darnos la vida padre) sino que la felicidad es un bien que queremos por sí mismo. Más aún, los otros bienes los queremos en tanto nos ayudan a ser felices.
El problema consiste ahora en saber qué es la felicidad y cómo lograrla. Aquí Aristóteles no encontró tanto acuerdo. Para algunos la felicidad se conseguía mediante la fama y los honores, para otros mediante las riquezas; pero ninguna de estas respuestas satisfizo a Aristóteles pues fama o dinero, así como belleza o juventud, son bienes que se pueden perder con facilidad.
Pues bien, para saber qué nos conduce a la felicidad, antes es necesario saber en qué consiste esta. Aristóteles la definió como el estado de agradable reposo que acompaña al desarrollo de las capacidades propiamente humanas. vamos a ver qué significa esto.
Para el estagirita el bien consiste en alcanzar la perfección que le es propia a cada sustancia. Es decir cada sustancia tiene implícita, por su naturaleza, una determinada perfección, que sería como llegar a desarrollar lo que verdaderamente se tiene capacidad de ser. Por ejemplo, la semilla de olmo tiene la capacidad de ser un olmo y decimos capacidad porque aún no lo es. Cuando se convierte en ese árbol alcanza su perfección y, por tanto, el bien que le es propio. Si la semilla se convirtiera en un humano, como en la película Amanece que no es poco, estaríamos ante un suceso extraordinario; pero no podríamos decir que la semilla alcanzó su perfección, ya que ser un humano no era algo que le correspondiera por su naturaleza. Pues bien, a nosotros nos pasa igual: alcanzamos el bien cuando desarrollamos la sustancia que propiamente somos, seres humanos, y a ese logro le acompaña un sentimiento de agradable reposo que es la felicidad.
Ahora nos tocaría otra pregunta: ¿Qué define al ser humano? ¿Cuál es su naturaleza? ¿En qué consiste esa esencia que debemos desarrollar? Aristóteles, como por casi todos los filósofos clásicos, entendía al hombre como animal racional. De manera que alcanzar nuestro bien suponía vivir según la razón. Al hacerlo, desarrollamos dos tipos de virtudes.
Intelectuales, consistentes en el ejercicio teórico de la razón y que son fundamentalmente la sabiduría y la prudencia. A su vez, la sabiduría sería el conocimiento de los grandes principios de los que todo depende y la prudencia consistiría en saber cómo aplicar esos principios a las circunstancias concretas. Pero, claro, una vez que sé todo esto hay que quererlo llevar a la práctica y aquí aparecen el segundo tipo de virtudes: las virtudes morales. Estas consistirían en actuar según el término medio que nos dicta la prudencia ¿Nunca habéis escuchado que en el justo medio está la la virtud, que no hay que pasarse ni quedarse corto, que ni calvo ni con tres pelucas? Pues esa idea procede de nuestro querido Aristóteles.
Efectivamente, según el estagirita, hay dos vicios que debemos evitar: el exceso y el defecto y para que se entienda mejor, veremos un ejemplo que él mismo pone en su Ética a Nicómaco. En esta obra Aristóteles se pregunta qué es ser valiente y responde que el valiente es aquel que teme lo que debe ser temido. O sea, una persona que temiera en exceso sería un cobarde; pero si no temes nada serías un temerario. Por tanto, debemos situarnos en ese término medio. Ahora bien, ¿qué hay que hacer para situarse en ese término medio? Pues Aristóteles no puede dar una respuesta concreta ya que depende de la persona y de las circunstancias. Levantarse en mitad de la noche a beber agua puede ser un acto muy valiente para un niño de dos años; pero no para un adulto de treinta. Así que la mejor manera de aprender a actuar según el término medio que nos marca la prudencia es ver actuar a personas prudentes.
Esa forma de actuar ha de convertirse en un hábito para que llegue a ser una virtud y lo bueno es que de este modo vamos modelando nuestra naturaleza o, mejor dicho, adquiriendo una nueva que es definida por nuestros actos, pues nadie nace generoso o sincero sino que llegamos a serlo por causa de nuestro modo de obrar y no porque actuemos así un día, sino porque se convierte en un hábito que, finalmente, hace que nos sea más fácil ejecutar ese tipo de acciones que las contrarias.
ACTIVIDAD
1. Señala tres virtudes que creas poseer y explícalas en términos aristotélicos, explicando cuáles serían los vicios contrarios por exceso y defecto. Puedes servirte de ejemplos
2. Lee el siguiente texto y contesta a las preguntas que se formulan
"Hemos de observar que está en la naturaleza de tales cosas el destruirse por defecto o
por exceso, como lo observamos en el caso de la robustez y la salud; cuando comemos o
bebemos en exceso, o insuficientemente, dañamos la salud, mientras que si la cantidad
es proporcionada la produce, aumenta y conserva. Así sucede también con las demás
virtudes: pues el que huye de todo y tiene miedo se vuelve cobarde; el que no teme
absolutamente a nada, temerario; el que disfruta de todos los placeres, licencioso, y el
que los evita todos, insensible. Así pues, la moderación y la virilidad se destruyen por el
exceso y por el defecto, pero se conservan por el término medio.
Es, por tanto, la virtud un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y
por aquello por lo que decidiría el hombre prudente. Por eso, de acuerdo con su entidad
y con la definición que establece su esencia, la virtud es un término medio."
(Aristóteles. Ética a Nicómaco)
¿Cómo define Aristóteles la virtud?
¿Qué papel juega en ella la prudencia?
¿Estás de acuerdo con la definición que plantea el autor? Razona si crees conveniente o no basar la vida en el principio de actuación que plantea Aristóteles y si crees que de este modo es más fácil alcanzar una vida feliz y plena.