viernes, 14 de febrero de 2025

Injusticia epistémica

 Recientemente se ha popularizado el término injusticia epistémica gracias a la obra homónima de Miranda Fricker.

De Edmond J. Safra Center for Ethics - wikimedia.

Del mismo modo que existe la injusticia económica, podemos hablar de injusticia epistémica. Esta afecta a un conjunto de personas en su calidad de sujetos de conocimiento, ya porque lo que ellos saben (su testimonio no sea tenido en cuenta) ya porque este grupo no pueda acceder en igualdad de condiciones  los recursos que sirven para desarrollar el conocimiento. En el primer caso, Fricker llama a esta injusticia testimonial y en el segundo hermenéutica.

Empezando por la injusticia testimonial esta puede ser de dos tipos:

    - Puede que otorguemos al hablante una excesiva credibilidad

    - Puede que le otorguemos menos de la que le corresponde.

    Esta valoración desajustada del sujeto que nos habla, suele deberse a su vez, a ciertos rasgos identitarios que les atribuimos.

    Un caso de excesiva credibilidad lo vivimos las madres de nños pequeños. Solo por ser sus mamás ellos creen que lo sabemos todo y que todo lo podemos arreglar. 

    En alguna ocasión esto puede ser frustrante, porque se nos exige mucho; pero, en líneas generales, la injusticia por exceso de credibilidad no menoscaba nuestros derechos ni situación social.

    Muy distinto es cuando el testimonio de un grupo de personas es sistemáticamente invalidado a causa de la poca credibilidad que nos inspira el colectivo al que pertenece. ¿Y a qué se debe esto? Pues según Miranda Fricker se debe al prejuicio identitario.

    Parece evidente que, salvo que poseamos un saber inmenso, el hecho de que creamos o no a una persona depende de lo fiable que nos resulte. Es lo que nos ocurre a las profesoras. Las alumnas rara vez cuestionan nuestros conocimientos, dando por sentado que en nuestro trabajo manejamos información veraz. También ocurre en el médico o cuando consultamos a un abogado.

    La cosa se complica si establecemos generalizaciones infundadas sobre un colectivo creando un estereotipo que, además, sea negativo. Se causará una injusticia epistémica cuando esos prejuicios distorsionen la credibilidad impidiendo que lo que el hablante sabe sea recibido o tenido en cuenta. Y esto no es poca cosa, según Fricker, "sufrir un agravio en nuestra capacidad como sujeto de conocimiento significa sufrir una lesión en una capacidad esencial para la dignidad humana". Por lo pronto porque se le está negando su capacidad de conocer (que ya hemos visto es una caracterítica que nos define como homo sapiens) pues lo que sabe no ha de ser tenido en consideración, es un error, una mentira, en realidad no sabe. Pero, además, sucede que cuando constantemente se nos invalida el discurso es muy probable que el propio sujeto dude acerca de sus capacidades intelectuales aunque no haya una razón física ni neurológica. Pienesa , por ejemplo, en esas personas a las que desde muy pequeñas sus padres o profes le han dicho que no vale para estudiar o que le cuesta aunque tiene buena voluntad. Es fácil que terminen creyéndolo, sea o no verdad; y lo que es peor: este prejuicio puede terminar haciendo que la persona que lo padece acabe por ser como le describe el prejuicio:


Si todos le decimos que no vale para estudiar es probable que no estudie y que, en consecuencia, no valga  para estudiar.

domingo, 2 de febrero de 2025

Conocimiento, creencia y opinión

     

    Normalmente entendemos por conocimiento una relación que se establece entre un sujeto (al que llamamos sujeto cognoscente) y un objeto de conocimiento. En esta relación se produce una representación mental en el sujeto que, en mayor o menor medida refleja al objeto conocido.

    Antes de analizar cómo es esta relación, cuáles son sus límites o hasta que punto podemos fiarnos de esas representaciones mentales, es conveniente distinguir tres conceptos que en el lenguaje común a veces intercambiamos; pero cuyo significado es más preciso en filosofía.

    Conocimiento sería esa representación mental de la que estamos seguros y, además, tenemos forma de demostrarla. Por ejemplo que el agua está compuesta por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno.

    Hablamos de creencia cuando, pese a estar seguros, no es posible la demostración. Es lo que ocurre cuando alguien afirma que cree en Dios.

    Finalmente, en la opinión no hay certeza ni manera de demostrar la veracidad de la representación mental. Por ejemplo, si digo que a lo mejor llueve más el año que viene, estoy expresando una probabilidad o algo de lo que estoy segura y, además, esto solo podrá comprobarse cuando el año próximo haya concluido.

Como hemos visto, uno de los principales rasgos de ser humano es que somos seres simbólicos. Constantemente los usamos: Un crucifijo en una iglesia representa a Cristo, un emoticono de corazón cariño. Usamos cientos al cabo del día. En términos generales, podemos decir que los símbolos son creaciones con las que representamos una idea, un proceso o una entidad física. Ahora mismo estoy usando símbolos para reppresentar conceptos; pero ¿qué son los conceptos? Siguiendo a Aristóteles, podríamos decir qiue son representaciones mentales universaeles y abstractas que elaboramos a partir de la experiencia. 
        Pongamos el siguiente ejemplo. Este año tengo mayoría de alumnas en clase. Casa una es distinta y, sin emabrgo, a todas las llamo alumnas porque, pese a todas sus diferencias, veo en ellas algo en común. Son esos elementos comunes los que sirven para construir mi concepto de alumna. Es decir, he prescindido de lo que creo accesorio (que tengan pelo rubio, corto o largo, su nacionalidad o edad) y he abstraído, "he sacado" los rasgos que considero esenciales, es decir aquellos sin los cuales no serían alumnas, como estar matriculadas en el centro. 
     Obvianmente, el concepto no tiene una realidad física. No existe la alumnidad, sino alumnas concretas. El concepto es una representación que mi mente crea a partir de la experiencia. Lo que implica, por supuesto, que su significado puede variar según el contexto y las experiencias. Por ejemplo, hace veinte años, en España llamábamos matrimonio a la unión de un hombre con una mujer. Hoy, debido a la existencia de otras realidades, el concepto de matrimonio ha variado y entenderíamos la unión de dos personas que desean dar forma jurídica a su vínculo. Pero también, si nos fuésemos a otro contexto, la unión no tendría por qué ser solo entre dos personas. Pues bien, estos conceptos pueeden ser expresados y compartidos gracias a los símbolos. En este caso las palabras serían los símbolos; pero podrían ser también los signos que emplean las personas hipoacúsicas u otros. 
    Los conceptos, a su vez, los unimos formando proposiciones o enunciados. Decimos que los enunciados establecen una realación entre un sujeto y un predicado. Estas proposiciones se pueden clasificar empleando distintos criterios. Uno sería el de distinguir entre verdaderas y falsas; pero también podríamos diferenciarlas en analíticas o sintéticas. En niuestra vida cotidiana, llamamos a una proposición verdadera cuando la relación que establece entre sujeto y predicado coincide con la realidad y falsa si no es así. Un poquito más difícil (pero no mucho) es la distinción entre proposición analítica y sintética. Podemos llamar analítica a aquella que se limita a explicitar el sujeto. Por ejemplo, si yo digo "El todo es mayor que cada una de sus partes", no estoy diciendo nada que no venga ya incluido en la idea de todo. Puede que sea útil la proposición para alguien que no conoce el significada de la palabra todo o que no haya reparado en lo que implica; pero lo cierto es que en el mismo concepto de todo ya estaba el ser mayor que sus partes y, por este motivo, estas proposiciones simpre serán ciertas, porque el sujeto implica necesariamente el predicado.
            Por el contrario, si yo digo que mi madre es rubia,  estoy añadiendo una información adicinal al concepto madre, pues la maternidad no implica ningún color de pelo. Esta sería una proposición sintética y tendremos que recurrir a la experiencia para comprobar si esos dos conceptos, madre y rubia, está unidos correctamente en mi proposición.
    Finalmente, los enunciados pueden ser unidos en razonamientos que, nuevamente, pueden ser clasificados en inductivos y deductivos. En los deductivos llegamos a conclusiones a partir de enunciados más generales que ya han sido establecido, de manera que si estos son ciertos y los hemos conectado bien, la conclusión será cierta. En los inductivos procedemos al revés, partimos de datos menos generales y llegamos a conclusiones más amplias.
 
EJERCICIOS.
 
1. escribe un ejemplo de razonamiento inductivo y otro deductivo. 
2. Lee la siguiente anécdota:
    Una profesora de filosofía llegón un día a clase con ganas de acabar la novela que estaba leyendo, así que, en lugar de dar clases, plantó una silla en mitad de la tarima y le dijo a sus alumnes: Le pongo un 10 a quien sea capaz de emplear todos sus conocimientos para demostrarme que esta silla no es real.  Todes se lanzaron a elaborar sesudos razonamientos con ayuda de los apuntes del curso; pero una muchacha se levantó de inmediato y entregó su folio a la profesora con una sola frase escrita. Ella la leyó y a continuación sacó su bolígrafo rojo para escribir el 10.
La hoja decía: "¿Qué silla?"
 
Pues bien, te toca explicar el significado de esta extraña clase.  
 
 
     

domingo, 6 de octubre de 2024

Los estigmas

El siguiente texto está extraído de la obra Crítica a la razón puta  de Paula Sánchez Perera. En él, la autora explica el significado de los estigmas y el papel que juegan en nuestras relaciones sociales siguiendo a los sociólogos que ella misma menciona al comienzo.

Pues bien, tras leer el texto con atención, vamos a realizar las siguientes actividades:

1. Intenta explicar con tus palabras el concepto de esencialización que emplea y que tan de moda se ha puesto últimamente. 

2. ¿Crees que existen diferencias entre ser algo y tener un rasgo cualquiera? Si es así explícala mediante un ejemplo.

3. Ejemplifica los seis pasos descritos por Link y Phelan con algún colectivo estigmatizado al día de hoy.

4. ¿Cómo, en tu opinión, se pueden combatir los estigmas?

" Los sociólogos Link y Phelan propusieron que estigma designa a un proceso social en el que concurren seis elementos interrelacionados. Cada uno de estos elementos representan los diferentes eslabones de una cadena que, al ir sumándose, producen eso que llamamos estigma. El primer componente es el etiquetado y ocurre cuando las personas distinguen entre sí diferencias humanas y a estas diferencias les asignan etiquetas. En segundo lugar, las creencias culturales dominantes asocian a aquellas personas previamente etiquetadas con estereotipos negativos.

Un tercer elemento del proceso refiere a que a estas personas etiquetadas con estereotipos negativos, se las separa en un "ellos" frente al cual estamos "nosotros". Es decir, la etiqueta junto al estereotipo conduce a instaurar una rígida frontera para aislar la amenaza que constituye ese "ellos" para el "nosotros". Podríamos decir que este elemento comprende tanto un factor de deshumanización (ya que al "ellos" se le concibe tan diferente que deja de ser como el "nosotros", humano) como de esencialización, de modo que el estigmatizado "es" de tal modo, no "hace" o "tiene". Para ilustrar eso último, los sociólogos ponen como ejemplo que mientras la sociedad considera que los esquizofrénicos "son" (ellos), otras personas (nosotras) "tienen" cáncer.

El factor de deshumanización alude a que una persona estigmatizada deja de ser vista como un ser humano completo, para concebirse en un estado ambivalente como puro objeto inanimado o, incluso, como alguien sobrenatural (...)

En cuarto y quinto lugar, experimenta en consecuencia una pérdida de estatus y sufren formas de discriminación que dan lugar a  un tratamiento desigual. "En nuestro razonamiento, cuando las personas se etiquetan, se separan y se vinculan con características indeseables, se construye una razón para devaluarlas, rechazarlas y excluirlas". Por tanto, cuando se produce el cuarto componente, que coloca a ese sector en un escalón bajo de la jerarquía de estatus, esta ubicación es la causa que legitima su discriminación estructural -el quinto componente-. Con relación a la discriminación estructural, explican que el estigma crea barreras de acceso a derechos y a la participación, restringiendo sus oportunidades de vida vinculadas a "ingresos, educación, bienestar psicológico, estado de la vivienda, tratamiento médico y salud" (...) 

Falta por capturar un último ingrediente sin el cual el estigma no existe: la ausencia de poder. El proceso en cadena descrito debe ocurrir en un escenario estructural caracterizado por a ausencia de poder social del colectivo estigmatizado en cuestión".


martes, 28 de noviembre de 2023

Pero. ¿es posible conocer la verdad?

 

     Nos guste o no, vivir implica intentar conocer el mundo; y esto es necesario porque no tenemos un guion escrito ni estamos programados. Por el contrario, constantemente tenemos que elegir qué hacer y para ajustar nuestra acción es preciso saber cómo es nuestro entorno. Otra razón podría ser que, ante las mismas situaciones, podemos dar respuestas distintas y, entonces, deberíamos preguntarnos cuál es más conveniente. Pero, nuevamente, vendría una pregunta, ¿conveniente respecto a qué? ¿a la naturaleza humana? ¿a nuestros intereses particulares? ¿a lo que consideramos justo? Responder a estas preguntas implica nuevamente un acto de conocimiento o, al menos, el intento de adquirir verdades que nos orienten. Pero, incluso, podemos buscar estos conocimientos sin intención práctica, sino por el mero hecho de querer conocer, lo que llamaríamos curiosidad pura y simple.

     En todas estas situaciones estamos presuponiendo algo, que podemos obtener certezas. Sin embargo, ¿es esto así? A lo largo de la historia de la filosofía no siempre se ha sostenido que esto sea posible. Más aún, el mismo concepto de verdad varía de unos autores a otros. 

En grandes rasgos podemos distinguir las siguientes posturas:

Dogmatismo. Entiende el conocimiento como una relación entre un sujeto que conoce y un objeto conocido en la que el sujeto cognoscente sería como un espejo donde se refleja la realidad sin sufrir alteraciones, de manera que si colocamos el mismo objeto todos los espejos tendrían la misma imagen. Eso sí, habría que asegurarse de que el espejo está limpio.  Dicho con otras palabras, según el dogmatismo, es posible obtener conocimientos universales si usamos nuestro entendimiento correctamente porque la razón (que sería el espejo) es la misma para todos. Un representante de esta postura sería Descartes (s. XVII)

Escepticismo. Esta postura, que tiene su punto de partida con Pirrón de Elis (360 a.n.es -270a.n.e), considera, por el contrario, que nada puede ser conocido con exactitud. Sin embargo, originariamente el esceptiscismo no era solo una postura epistemológica, sino también una filosofía práctica que buscaba la ataraxia o imperturbabilidad del ánimo justamente renunciando a conocer. ¿Cómo sucede esto? Pues bien, un escéptico admite los fenómenos tal como se le presentan, podría decir que tiene sed o que siente frío. Lo que no hace un escéptico (o no hacía esta escuela) es pronunciarse sobre la naturaleza de las cosas. Afirmar que tener frío es necesariamente malo o elaborar un precepto que debamos cumplir como necesariamente bueno; y es que muchas veces lo que nos aflige no es tanto lo que nos ocurre como pensar que eso es necesariamente malo por naturaleza.

     "Pues como hombre que se e afectado por los sentidos, pero al no añadir la opinión de que eso que le afecta es malo por naturaleza, padece moderadamente.

     En efecto, añadir la opinión de que algo es en así es peor incluso que el mismo sufrirlo, de la misma manera que a veces los que sufren una operación o alguna otra cosa semejante lo soportan, pero los que están presentes se desmayan por la opinión de que tiene que ser algo malo". 

                                              (Sexto Empírico Contra los matemáticos

     Relativismo. Niega que exista una verdad absoluta y universal. Por el contrario, el significado de los conceptos y lo que entendemos por verdad depende del momento histórico, cultural o personal en el que nos encontremos. Como representantes de esta postura podemos citar a los sofistas, quienes en el s. V a.n.e, sotenían  de los conceptos morales no era universal sino fruto del acuerdo. Un ejemplo de esta postura la tenemos en Aspasia o Protágoras. Este último sostuvo que "el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son y de las que no son en tanto que no son".

     Perspectivismo. A diferencia del escepticismo, el perspectivismo no niega la existencia de una verdad, pero esta se compone de la suma de muchas perspectivas, por lo que descubrirla es una tarea casi interminabale. Pongamos un ejemplo. En tutorías muchas veces los padres se quedan sorprendidos con la descripción que los tutores damos de vosotros. "No para de cascar", "¡Pero si en casa apenas habla!" nos contestan. ¿Cómo es en realidad nuestra alumna, como yo la conozco o como la conocen sus padres? Igual no hay que elegir. Tal vez lo que ocurre es que la vemos desde distintas perspectivas. Yo la veo como alumna, sus padres como hija y, lo que ambos conocemos es cierto. Podríamos añadir más perspectivas, como hermana, amiga, miembro de un club de balonmano... Seguramente, esa persona sea la suma de todas esas perspectivas más las que queden por descubrir, cómo es en tanto que cuñada, ingeniera...


 

      Un representante de esta postura lo tenemos en España. Se llama Ortega y Gasset. Su teoría del punto de vista venía a decir que cada uno de nosotros, pero también cada pueblo, tiene un punto de vista que es insustituible por ello su contribución a la verdad es fundamental porque lo que desde ese punto de vista puede ser desvelado no puede serlo desde ningún otro. Y la realidad es, finalmente, la suma de todos esos puntos de vista.

     Verdad como metáfora. Finalmente, en el s. XIX Friedrich Nietzsche escribe en Verdad y mentira en sentido extramoral que la palabras son metáforas que tomamos por realidad solo porque hemos olvidado su carácter metafórico. Esto quiere decir que cuando nombramos un concepto no estamos mostrando la naturaleza inalterable de las cosas. Hablamos para comunicarnos pero esto solo es posible si usamos términos generales porque, claro, no podríamos tener una palabra para cada experiencia personal. El vocabulario sería infinito. Así que lo que hacemos es cambiar esa experiencia íntima de las cosas por algo que se le parece pero que no es exactamente lo que yo he vivido. 

Por ejemplo, si yo digo que me eché la siesta bajo un árbol, seguramente los que me oigan tengan una idea aproximada de lo que he hecho. Seguramente no crean que he estado jugando al Trivial; pero aparte de eso, ¿en qué se parece lo que digo a lo que he vivido? ¿cómo fue mi sueño, largo, corto, profundo, reparador? ¿Y el árbol? ¿era un pino, un abeto, un sauce? ¿joven o viejo? ¿cómo eran sus ramas? ¿seguirán siendo las mismas mañana o se le habrán caído hojas? Nada de esto se dice en la frase que acababa de enunciar.

En definitiva, las palabras son pactos, errores inevitables que nos permiten vivir en sociedad a cambio de renunciar a la experiencia individual, única y siempre cambiante de la realidad. El problema es cuando olvidamos ese carácter metafórico y tomamos los conceptos por realidades inmutables. Esto sería un gran error, pues para Nietzsche nada hay así, permanente, en la vida.


EJERCICIO

1. Y ahora te toca a ti: Elige la postura con la que creas que más te identificas y justifica tu elección. Recuerda que puedes crear la yuya propia o combinar varias siempre que tu argumentación sea coherente.

2. Escucha esta canción de presuntos implicados y di con qué postura crees que se identifica y por qué.

https://www.youtube.com/watch?v=KJG6_gZsuIo

                                                

martes, 24 de octubre de 2023

INTRODUCCIÓN

 

 

     1. Lee el siguiente texto:

      Zuangzi y Huizi estaban paseando por el dique en el río Hao. Zuangzi exclamó: "¿Mirad cómo brincan y disfrutan esos peces plateados! ¡He aquí el verdadero deleite de los peces!"

     Huizi: "Pero no sois un pez, ¿cómo sabéis cuál es el deleite de los peces?"

     Zuangzi: "No sois yo, ¿cómo sabéis que no sé cuál es el deleite de los peces?"

     Huizi: "No soy vos y, ciertamente, no sé lo que lleváis dentro. Pero está claro que no sois un pez, por tanto no sabéis cuál es el deleite de los peces".

     Zuangzi: "Volvamos al punto de partida, si no tenéis inconveniente. Me habéis preguntado cómo sé cuál es el placer de los peces. Por tanto, si me habéis preguntado esta pregunta, es que sabíais  que yo lo sabía. Pues bien, lo sé estando aquí, a la orilla del río".

jueves, 7 de enero de 2021

NATURALEZA Y CULTURA

    Ya hemos visto la dimensión natural del hombre. Pero conocernos únicamente desde un punto de vista biológico  es conocernos muy poco, porque también y, sobre todo, somos fruto de nuestra cultura. Aunque normalmente entendemos por cultura ciertos conocimientos más o menos especializados y decimos que una persona es culta cuando sabe de música, arte o varios idiomas, su significado es mucho más amplio. Podemos definir la cultura como el conjunto de información, tradiciones, técnicas, normas y formas de vida aprendidos socialmente. Visto así, la cultura abarca casi todos los campos de nuestra vida y afecta a casi todo nuestro comportamiento. Veámoslo a través de un ejercicio.
 
Ejercicio: Cita cinco comportamientos que creas aprendidos socialmente y cinco innatos.

    Junto a estos comportamientos adquiridos, el ser humano posee otros que podríamos llamar innatos. Son los instintos. Estos pueden ser definidos como pautas de comportamiento fijas propias de cada especie, que no suelen variar a lo largo de la vida ni de individuo a individuo dentro de la misma especie. Dicho con otras palabras, visto cómo caza una leona, podemos saber cómo cazan las restantes. Pues bien, si has hecho el ejercicio, te habrás dado cuenta de que era más fácil encontrar comportamientos adquiridos que instintos en el ser humano. Sin embargo, esto no significa que el ser humano no tenga instintos o que la cultura sea algo exclusivamente humano. Lo que sucede es que en el ser humano los instintos están mezclados con elementos culturales y tampoco nos determinan con la misma fuerza que a otros mamíferos. Pongamos un ejemplo, tanto nosotros como los leones tenemos un instinto de supervivencia que nos lleva a alimentarnos. La diferencia es que nosotros, además, podemos preguntarnos con qué satisfacer nuestro apetito, cuál es el modo más ético y hacernos o no vegetarianos, podemos primar criterios estéticos y pasar siempre hambre para caber en una talla 36 e, incluso, hacer una huelga y dejar de comer hasta lograr otros objetivos que consideremos más importantes que nuestra propia vida. 
¿Os imagináis a este ser haciendo régimen?


    Pero, como decíamos, tampoco la cultura es exclusiva del ser humano. Hasta hace relativamente poco, el resto de los animales eran vistos como máquinas animadas de forma análoga al mecanismo de un reloj. Es decir, venían programados por sus instintos y ante las mismas causas reaccionaban con los mismos efectos. Hoy sabemos que esto no es así. Muchos de ellos, incluso los que no son primates, son capaces de trasmitir comportamientos socialmente.  Por ejemplo, los chimpancés aprenden el uso de diversas herramientas mediante la observación de otros chimpancés, las orcas tienen una alta capacidad para imitar que aplican en sus técnicas de caza, algunos pájaros aprenden sus cantos por imitación, etc. Sin embargo, existe una gran diferencia. La transmisión cultural del resto de los animales se realiza mediante imitación. Los humanos también aprendemos de esta forma; pero, además, usamos el lenguaje como vehículo de transmisión cultural. Gracias a él podemos transmitir información sobre objetos que no están presentes, expresar razonamientos abstractos y, no solo eso, almacenar la información de manera casi ilimitada, con lo que tampoco es necesario que el emisor y el receptor del mensaje estén presentes a la vez en el acto comunicativo. Yo, sin ir más lejos, preparo estos apuntes para que mis alumnos los lean cuando consideren oportuno (espero que no muy tarde).
    
ACTIVIDAD:

Lee el siguiente texto y contesta a las preguntas que se formulan:

 "¿Somos esclavos de nuestros genes o nacemos con la mente en blanco, cual tabula rasa, según expresión clásica? ¿Tenemos siquiera una naturaleza los seres humanos o somos solo cultura, es decir, un producto de la Historia?
En España, según las estadísticas oficiales, las mujeres cometen un número de delitos mucho menor que los hombres -y, además, se trata por lo general de infracciones más leves-. De ghecho, el 92'6 por ciento de los presos en cárceles españolas en 2018 eran hombres. ¿Quiere eso decir que las diferencias genéticas entre sexos son responsables de buena parte del comportamiento criminal? ¿O se trata solo de una cuestión de género, es decir, de los diferentes papeles que nuestra sociedad occidental asigna a hombres y mujeres?
La respuesta de ensayistas muy actuales, como Yuval Noah Harari en 2015 (Homo Deus. Breve historia del mañana) es que, al igual que hemos heredado el gusto por lo dulce de la época en la que comíamos los frutos azucarados que produce la naturaleza, la pasión de los jóvenes varones por conducir peligrosamente, pelearse entre sí y hackear sitios de internet confidenciales nos viene de hace 70.000 años: "Un joven cazador que arriesga su vida en la caza del mamut supera a todos sus competidores gana la mano de la belleza local; y nosotros estamos ahora atascados en esos genes de macho". O sea, que la idea de determinismo genético (hasta un cierto grado) de la conducta humana no está ni mucho menos muerta, a pesar de las críticas recibidas."
            
                (Juan Luis Arsuaga. Vida, la gran historia)

1. ¿Quué problema plantea este texto respecto a la conducta humana?
2. ¿Te satisface la explicación genética para dar cuenta de los distintos índices de delincuencia entre hombres y mujeres? ¿Por qué?
3. ¿Qué opinas del determinismo genético? ¿Qué objeciones podría hacérsele? ¿En qué casos crees que ofrece una explicación valida? 



 

viernes, 15 de mayo de 2020

ÉTICAS FORMALES. LA ÉTICA KANTIANA

A lo largo de la historia de la filosofía la mayoría de las éticas propuestas han sido materiales. Estas nos decían qué es una vida buena y con qué acciones logramos alcanzar esta vida: beber con moderación, dedicarnos al estudio y al conocimiento, rodearnos de amigos...Las éticas formales, por el contrario, no hacen nada de esto, no nos señalan un bien concreto que deba ser perseguido, ni qué acciones ejecutar. En su lugar se centra en la forma de la acción. Pero ¿qué es eso de la forma? Para explicarlo nos centraremos en la ética kantiana, uno de los ejemplos más famosos de ética formal y en su obra la Fundamentación de la metafísca de las costumbres.


     Pues bien, como todo lo que hizo este genio de la filosofía, su ética fue también bastante novedosa. Kant había observado que las éticas materiales tenían una serie de importantes defectos.

     El primero era la propia definición del bien. Algunos opinan que el bien consiste en la sabiduría, otros en rodearse de amigos; pero, según Kant, no hay bien alguno que no pueda ser insertado en una secuencias de acontecimientos que no lo haga dejar de ser bueno. Por ejemplo, la inteligencia parece un bien; pero si la usamos para realizar maldades ya no es tan buena.  En otras palabras, "no hay nada bueno sin excepciones", que diría Kant. Aunque él dijo: "no hay nada bueno sin execepciones excepto una buena voluntad"; pero ya trataremos el final de la frase más adelante. De momento quedémosnos con la idea de que, según Kant, las éticas materiales están condenadas al fracaso porque es imposible señalar nada que siempre sea bueno.
     El segundo inconveniente de las éticas materiales es que están basadas en imperativos hipotéticos del tipo "si quieres B, haz A". esto parece raro; pero no hay que desesperarse. Es más fácil de entender de lo que parece a primera vista.
Un imperativo es una orden, un mandato. De hecho, el modo verbal imperativo es aquel que usamos para dar órdenes y hemos visto que la ética emplea imperativos, pues nos dicta lo que debemos hacer. Pero también hemos estudiado que las éticas materiales establecen que hay que realizar ciertas acciones porque nos acercan a lo que previamente hemos establecido como bien. Por ejemplo, si establecemos la felicidad más alta a la que podemos aspirar es a la sabiduría, uno debería estudiar; si establecemos que el bien más sublime es la unión con Dios, deberíamos respetar sus mandamientos. Es decir "Si queremos B, hacemos A". Para hacer A es necesario que se dé al hipótesis de querer B, pues realizamos ese acto y no otro porque es el medio para obtener B. Ahora bien, ¿qué ocurriría si yo quisiera ir a infierno o no aprecio la sabiduría sino la vida ociosa y placentera de mi perra?

     Claramente no parece que tuviera muchas razones para dedicarme al conocimiento.

     Kant buscaba una ética universal cuyos preceptos no estuvieran sometidos a hipótesis ni a que se dieran determinadas circunstancias particulares, sino que sintiéramos la necesidad de cumplir sus imperativos tan solo por reconocer que son los dictados de nuestra razón. Y ahora volvemos a aquella frase que dejamos a medio explicar. "Nada es bueno sin excepciones excepto una buena voluntad". El valor moral de nuestra conducta no está en los hechos que realicemos, sino en la voluntad, en su forma ¿Y qué es la forma de la voluntad? Lo que la ha movido a actuar, una buena voluntad es aquella que actúa movida por lo que su razón le marca como deber y hace esto sin buscar ningún otro objetivo. lo hace solo porque la idea de deber le inspira tal respeto que siente la obligación de acatarlo. Esta voluntad actuaría por imperativos categóricos del tipo "Haz B". Aquí ya no hay condiciones no se hace B para conseguir A, sino por sí mismo por respeto a la idea de deber.

     Según este criterio, Kant distingue tres tipos de acciones:
     - Contrarias al deber
     - Conformes al deber
     - Por respeto al deber
     Una acción es contraria al deber, como su propio nombre indica, si realiza lo opuesto a lo que mi razón dicta que es mi deber. En mi caso, en lugar de dar de comer a mis hijos, me gasto el dinero en ir de tiendas. Esta acción sería moralmente mala.
     Una acción conforme al deber es aquella en la que cumplo con mi deber pero no por el respeto que este me inspira, sino por algún otro tipo de interés o de inclinación particular. Por ejemplo, les doy de comer a mis hijos no porque sienta que es mi deber sino porque me entretiene cocinar. No es que este mal la acción, pero tampoco tiene valor moral, ya que lo que persigue no es cumplir con mi deber sino mi propio entretenimiento. La alimentación de mis retoños sería un instrumento para evitar el aburrimiento.
     Finalmente están las acciones que sí tienen valor moral. Las que se hacen por respeto al deber, sin ninguna consideración más que el de cumplirlo. En este ejemplo, a pesar de lo pesado que es plantear cada día un menú sano, de que no me gusta cocinar por obligación...Sigo alimentando a mis hijos cada día porque es mi deber.

     Viendo la acción que una persona realiza es difícil muchas veces saber si esta tiene o no valor moral, porque lo importante no son los actos realizados sino lo que ha movido a la voluntad. Pero, en cualquier caso, solo con las últimas, según Kant, tratamos a la humanidad como fin en sí misma y no como medio para otros intereses, ya que la acción no busca ningún beneficio particular, sino ser realizada porque nuestra razón nos muestra que ese es nuestro deber. Y, finalmente, solo así somo autónomos, pues actuamos guiados no por el miedo, por el egoísmo o por las convenciones, sino por lo que la razón nos dicta.